lunes, 21 de enero de 2013

“El medio que te transporta, el tren, tiene que ser confiable”

21/01/13

Sociedad - Beto Martino

Por Luis Sartori

Maquetas y cuadros. Beto en el museo que armó en la ex estación del Belgrano, donde vive. El tren de pasajeros funcionó de 1908 a 1978. Andres D’elia.


Militante. Nació y vivió al lado de las vías. Y trabajó casi toda su vida en el ferrocarril. Hasta que el menemismo clausuró su ramal. Se quedó viviendo en la estación. Y armó un museo.

Por sus venas parece correr vapor, ese vapor que exhalaban las locomotoras impetuosas que agrandaron y unieron el territorio sin necesidad del Winchester. Hijo único nacido, criado y ahora jubilado en Navarro, Carlos Beto Martino detalla ferroviariamente: “Nací el 6 de noviembre de 1937 a 140 metros de esta vía”.

A los 2 años, sus padres le señalaron la vocación: se fueron a vivir frente a la primera estación del pueblo.

“Yo salía de la peluquería de mi papá y tenía a disposición toda la playa de maniobras de la estación del Roca”.

A los 4 años se hizo amigo de los chicos del jefe. Y a los 6 ya se subía a los trenes. A los 15 años entró al telégrafo de la Provincia y ahí aprendió el oficio que le haría realidad –en 1959– el sueño de ser ferroviario. De telegrafista fue escalando hasta jefe de estación. Vivió en la Capital, en Salta y en las estaciones rurales González Risos y Las Marianas, cercanas a “su” Navarro, que lo esperaba. Y ahí fue: a la otra estación del pueblo, la de la línea Belgrano, esa misma que ayudaron a construir su abuelo y su papá. Y que cerró Menem. Aquel 28 de febrero de 1998 arranca lo singular de este hombre que apela a la frase “99 oficios y 100 necesidades” para explicar que –cinco hijos– trabajó también de encargado del cementerio, taxista, cantinero y camionero (y se hizo tiempo para tocar la tuba en la banda del pueblo, repicar las campanas de la iglesia, levantar su casa “ladrillo a ladrillo”, escribir un libro y tener un programa de radio). Lo increíble es que Beto nunca pudo hacer entrega de la estación desactivada. En 15 años, ninguna autoridad ferroviaria jamás fue a recibir el mobiliario ni el edificio de estilo francés. Entonces se fue quedando con su familia. Y en 2001, con maquetas que hizo él mismo y decenas de elementos de la rica historia de la estación, armó un museo. Y ahí sigue. Militante del ferrocarril.

¿Cómo hizo para seguir adelante después del shock del cierre del ramal?

Primero, cuando estaba en González Risos, cerraron el ramal aquél. Fue varios años antes, en el 77.

¿Y ahí qué pasó por su cabeza?

Me dieron ganas de... no sé... de agarrar una ametralladora. Primero clausuraron varias estaciones, y entre ellas cayó la mía. Me desgarró el corazón cuando vino la cuadrilla –me pongo mal– de vía y obras (se conmueve) y arrancaban lo que yo había cuidado con todo cariño. La dimensión de la oficina era cuatro por cuatro y tenía empotrado en las paredes el mobiliario: el mostrador, la boletería. Lo arrancaban y hacían pedazos todo. Yo como aficionado al telégrafo, tenía mi aparato de recepción y quedaron las baterías. Porque la primera orden que dieron, malditos, fue sacar la comunicación, lo único que teníamos. Nos dejaron colgados de todos lados. Entonces yo coloqué mi aparato clandestino y por lo menos escuchaba.

¿Cómo te enteró de que se clausuraba Navarro?

Me mandaron un telegrama. Decía que por decreto tal queda cesante y está a su disposición la indemnización.

Se le vino el mundo abajo.

Imaginate. ¡Acá, mi pueblo, que se quedara sin trenes! Las familias sufrían, porque todos sufrían. Y la incertidumbre de no saber qué va a ser de vos. Me faltaban cinco años todavía para jubilarme. Tenía 60 años y tuve que agarrar un camión y llevar harina. Con la indemnización lo compré.

¿Qué le pasó a Navarro cuando se cortó el tren?

No tanto a Navarro como a la zona rural. Se quedaron sin nada. Moll y Las Marianas eran poblaciones de 2 mil habitantes. Si vas ahora y hay 500 en cada una es mucho. Perdieron todo. Tenés que ver cuando se descompone una persona allá. Están los caminos malos. Han ido los bomberos haciendo mil piruetas tratando de traer gente enferma, y se les han muerto en el camino. Y los maestros, ¡la odisea que tienen para ir a dar clases!

El tren era casi todo para la zona.

Era todo: la comunicación, la salida de sus riquezas, el poder llevar mercaderías, la seguridad de un medio de transporte que los sacaba del medio de la nada, las urgencias... Si habremos hecho gauchadas con el telégrafo: por favor que nos manden tal remedio, y el tren o a veces la cuadrilla iba a llevarlo de emergencia.

¿Qué le dio el ferrocarril a usted?

La vida. Todo. Para mí fue todo (se emociona y casi no puede hablar).

¿Qué sintió cuando la tragedia del tren de Once?

Una cosa increíble. ¿Sabés lo que es la muerte? Vos vas confiado en eso que te va llevando, en la persona que te transporta... El medio que te transporta, el tren, tiene que ser confiable. ¿Cómo puede ser que haya tantos accidentes? Y antes había llorado cuando quemaron Haedo, ¿cómo vamos a quemar lo poco que ha quedado?

¿Cómo se ve la política ferroviaria desde una estación clausurada?

Que se habla mucho y se hace poco. Acá hubo amagues para tratar de rehabilitar. Pero vamos a ser sinceros: no podés rehabilitar un ramal si no tenés la seguridad de que le vas a transportar la carga. La carga es fundamental.

¿Qué ha sido la red de ferrocarriles para el país?

La integración. El progreso de la Argentina se dio por los ferrocarriles.

Cuando ve la vía, ¿qué le pasa?

Me la pasaría manejando un tren. Ir adelante... siempre trato de ir adelante. Hasta cometí la caradurez de pedirle al del trencito de las Cataratas que me llevara con él. Y fui sentado de acompañante.

¿Qué son a esta altura de la vida los amigos?

Los hermanos que no tuve. Los muchachos de la banda para mí eran hermanos.

¿Cómo se hacen amigos?

Nunca hacerles una trastada, una traición. El amigo tiene que ser amigo siempre y tratar de ayudar en lo que se pueda.

Como hombre de campo ¿asado con cuero o sin cuero?

Los dos son exquisitos.

¿Cordero o lechón?

No le hago asco a nada (ríe). Buen gordo soy.

¿Qué lo enoja?

La injusticia.

¿De qué se arrepiente?

Te perdono pero siempre me acuerdo de lo que me hiciste. No tendría que ser así.

¿Austeridad o riqueza?

Admiro la pobreza de los franciscanos. Es la felicidad. Porque ni el auto, ni la mansión, ni la riqueza ni las mujeres te dan la felicidad.

¿Qué personaje de historieta le hubiera gustado ser?

Patoruzú (ríe), porque hacía todo...

Ya tiene 15 nietos y otro en camino. ¿Qué le provocan?

Tantas cosas. ¿Vos sabés lo que es el tizón de los nietos? El tizón es el pedazo de leña que está en el hogar. Cuando entrás en el invierno de la vida los nietos te arriman ese calorcito...

http://www.clarin.com/sociedad/Beto-Martino-ultimo-estacion-Navarro_0_851314926.html

No hay comentarios:

Publicar un comentario