martes, 28 de abril de 2015

Tecnología e innovación ferroviaria en la Argentina

Sábado, 19 de abril de 2014.

 Por: Ignacio Jawtuschenko.

La Argentina, además de ser un país con trenes, apunta también a ser un país con industria ferroviaria. Para ello se están dando pasos decisivos, tanto en el sector público como en el privado. Entre ellos, trazar un plan integral, llevar adelante inversiones y desarrollos tecnológicos con un fuerte componente innovador. El uso de trenes en todo el mundo está creciendo y en diversos foros técnicos y sectoriales se menciona la necesidad de elaborar un programa para regenerar las condiciones de consolidación y crecimiento de la industria nacional. Lo cierto es que tanto para el desarrollo de la industria carrocera, tanto de unidades de pasajeros como de carga por automotor y la rehabilitación de las unidades existentes, es necesaria una fuerte inversión en modernización tecnológica.

La Justicialista, primera locomotora diésel-eléctrica argentina, fue presentada en Retiro el 19 de octubre de 1951.


El Plan Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación Bicentenario, elaborado por el Ministerio de Ciencia y Tecnología, ha llamado a apoyar el desarrollo de nuevos productos tecnológicos y a partir de “la necesidad creciente de participación de la industria nacional en la modernización del sistema de transporte ferroviario, particularmente, en lo referido a la incorporación de material rodante ferroviario”.

Esa expresión de deseos –a veces vaporosa–, que señala que “el desarrollo de tecnología tiene que servir a las necesidades de la sociedad”, se concreta en el caso ferroviario, donde la tecnología desarrollada en el país puede desplegarse y llegar a la sociedad, sobre todo cuando aparecen en escena déficit estructurales que provienen de décadas pasadas.

“El actual es un momento de cambio” dijo a Futuro el especialista en planificación ferroviaria, decano del Instituto de Transporte de la Universidad de San Martín (Unsam) José Barbero: “El Estado está impulsando una modernización ferroviaria y tiene la oportunidad de desarrollarlo con estándares tecnológicos internacionales”. Destacó que después del accidente de Once, se inició un cambio tecnológico en el “sistema de señalamiento”, que es el sistema de seguridad computarizado que impide que un convoy se acerque demasiado a otro o que circule a más velocidad de la permitida. Para Barbero, el desafío es que se de-sarrollen proveedores locales para evitar quedar esclavos de proveedores extranjeros.

Mirando hacia atrás, antecedentes de desarrollos de tecnologías con programación política sobran. La legendaria Fábrica Argentina de Locomotoras (Fadel), donde lograron fabricarse dos locomotoras, fue creada por la Empresa Nacional de Transporte el 1º de mayo de 1952, en el marco del Primer Plan Quinquenal, con un objetivo claro como el agua: afianzar la independencia del país, en el marco de una política de industrialización sustitutiva de importaciones y fortalecimiento del mercado interno.

Un poco de historia

En sus comienzos, todos los materiales que utilizaba el ferrocarril eran europeos. Pero a principio de los ’40 aparecieron los talleres de Tafí Viejo y Córdoba y tras la nacionalización de los ferrocarriles, en 1948, se creó la empresa nacional. Luego llegó el turno de Somisa, para no importar acero y fabricar rieles, al tiempo que en Córdoba surgió Forja Argentina, que elabora ruedas y ejes ferroviarios. Entre 1948 y 1958 se crearon varias empresas que años después desaparecieron o se convirtieron a otros rubros. Tras el derrocamiento del primer peronismo, el Plan Larkin ordenó el levantamiento de vías y el cierre de talleres ferroviarios (1961), luego el Plan Flouret continuó el anterior bajo la dictadura de Onganía, y Martínez de Hoz, durante el Proceso, mandó desguazar locomotoras y cerrar los ramales de interconexión entre provincias. El golpe de gracia lo dio el menemismo con el recordado “ramal que para, ramal que cierra”, que dejó al sistema ferroviario en estado de coma.

Subidos a la historia del ferrocarril se puede entender gran parte de las marchas y contramarchas del país. Desde su génesis permitió consolidar, a mediados del siglo XIX, la unidad territorial de la Argentina, con la fuerza de la locomotora impulsada a vapor. Era el camino “de fierro”, que defendía Juan Bautista Alberdi por aquellos años para hacer de la Argentina un “territorio indivisible”.

“El ferrocarril, que es la supresión del espacio –decía Alberdi–, obra este portento mejor que todos los portentos de la tierra; el ferrocarril innova, reforma y cambia las cosas más difíciles. Ellos son a la vida local de nuestros territorios interiores lo que las grandes arterias a los extremos del cuerpo humano: manual de la vida.”

En 1853 –a la par de la sanción de la primera Constitución Nacional– se creó la vanguardista Sociedad de Caminos de Hierro de Buenos Aires al Oeste, la formaron terratenientes y comerciantes que impulsaban la llegada de esta innovación. Un año después, el gobierno porteño autorizó la construcción de los rieles y en 1857 se inauguró el primer ferrocarril argentino. Tenía casi 10 mil metros de extensión y unía Plaza Lavalle con La Floresta. Y aunque los materiales y rodados provenían de Inglaterra, lo cual significaba una fenomenal dependencia, el ferrocarril era un símbolo que expresaba progreso y orgullo nacional. Para 1880 tenía el tendido ferroviario más extenso de América latina, más kilómetros de rieles per cápita que los Estados Unidos y paradójicamente, carecía de la capacidad tecnológica para desarrollar sus locomotoras, vagones y señales. Aquel “granero del mundo” era un país con trenes y vías, pero sin industria ferroviaria.

Su planificación respondía a la estricta lógica del lucro privado y a la inserción del país en la economía mundial como proveedor de materias primas que dominó las primeras décadas del siglo XX. Raúl Scalabrini Ortiz lo dijo mejor que nadie: “La construcción de ferrocarriles en las colonias y países poco desarrollados no persigue el mismo fin que en Inglaterra; es decir que no son parte –y una parte esencial– del proceso de industrialización. Esos ferrocarriles se emprenden simplemente para abrir esas regionales como fuente de productos alimenticios y materias primas, no para apresurar el desarrollo social como un estímulo de los industrias locales”.

Finalmente, en 1947, durante la presidencia de Perón, el Estado argentino –al igual que varios países del mundo– adquirió los ferrocarriles, sus propiedades subsidiarias y 25 mil kilómetros de vías, la transferencia efectiva se hizo el 1º de marzo de 1948. En los años siguientes el Estado, además de establecer la política ferroviaria, ocupó el rol de empresario ferroviario y reunió las actividades de regulador, gestionador y desarrollador tecnológico.

Alejandro Tornay, director de la Licenciatura en Tecnologías Ferroviarias de la Universidad de Lanús, explica: “Los talleres que construyeron los ingleses, donde se fabricaban insumos ferroviarios, se hacían las reparaciones y fueron un orgullo de la actividad técnica, tenían como propósito centralizar los desarrollos para preservar su negocio y evitar la competencia local. Esto podría leerse como un intento para impedir el desarrollo de la industria ferroviaria local. Pero con el tiempo, los trabajadores calificados de esos talleres fueron aportando sus habilidades y destrezas a la industria nacional”.

Locomotoras y vagones argentinos

Los especialistas destacan que “hacerlos acá tiene un efecto multiplicador muy grande sobre los distintos fabricantes de bienes de capital”. Es una forma de dinamizar la producción local, generando inversiones, empleo calificado, demanda de ingenieros. En términos de costos logísticos, en líneas generales, tomando grandes distancias, el costo de mover la cosecha en ferrocarril es un tercio respecto del camión. Entonces recuperar el tren irá también en favor de la economía en su conjunto. Y comienza a haber señales concretas de reactivación.

En la planta cordobesa de Materfer, un centro tecnológico de repotenciación y fabricación de locomotoras con proyección regional, terminó de fabricarse semanas atrás la primera locomotora en el país, de los últimos 40 años. Es la primera de una nueva generación de locomotoras diésel eléctrica (es decir, los motores que traccionan las ruedas son eléctricos) con bajas emisiones y ahorro de combustible. Se trata de un hito: a partir de un acuerdo de la empresa Materfer con la National Railways Equipment, grupo fabril que es valorado como el principal reconstructor de locomotoras de los Estados Unidos, vuelven a construirse locomotoras en el país para abastecer el mercado local y regional. La locomotora es fruto de 28 mil horas/hombre de trabajo, se llama MTF 3300, está equipada con motores General Motors, tiene una potencia bruta de 3300 HP, una velocidad máxima de 130 km/h y fue especialmente diseñada para respetar el Protocolo de Kioto, en relación con los bajos estándares de emisión de gases. Esta poderosa máquina puede mover hasta 100 vagones cargados con 80 toneladas cada uno, proporcionalmente gasta 100 veces menos combustible que un camión, y consume a su vez hasta un 60 por ciento menos de combustible que otras locomotoras, a partir de un microprocesador que permite alcanzar una alta eficiencia.

Por su parte, Fabricaciones Militares (FM) ha presentado recientemente un vagón de cargas que es rápido y multicereal, diseñado para el transporte de granos en las vías del Ferrocarril General Belgrano. Este nuevo desarrollo es un vagón tolva con ingeniería ciento por ciento argentina, caracterizado por contar con amplias bocas de descarga, que permiten reducir el tiempo de vaciado de carga. Se destaca la inclinación de 1 por ciento en los techos, una solución para evitar condensación de humedad, y para operar con distintos tipos de cereales gracias a sus altos ángulos de tolva.

FM, organismo dependiente del Ministerio de Defensa, centrado en el desarrollo de tecnología en industrias estratégicas y que está en pleno proceso de recuperación, apunta a la recuperación de capacidades técnicas y productivas para posicionarse como empresa proveedora de material ferroviario rodante del país.

Pero, además, FM está avanzando en el de-sarrollo de la capacidad de diseño y fabricación de componentes estratégicos como bogies (la base de los vagones), también perdida durante el proceso de desmantelamiento de la década del ’90. En su planta de Río Tercero ya han reconstruido 150 vagones “bajo un estricto protocolo de calidad”.

La academia se sube al tren

En el ámbito universitario hay también un fortalecimiento de los semilleros de especialistas en locomotoras y rieles. Algo impensado hace una década. Y se han abierto centros de formación e investigación en el área de transporte. La Unsam puso en marcha un Instituto de Transporte. Su decano, José Barbero, señala que “hay consenso de que tiene que haber un mayor desarrollo ferroviario para el transporte de carga y de pasajeros suburbanos”, pero advierte que “con la reciente compra de material rodante chino el país está perdiendo la oportunidad de desarrollar la industria nacional”. Dicho instituto dicta desde el 2008 una Tecnicatura Universitaria en Tecnología Ferroviaria. Este año cuenta con 180 inscriptos. Desde allí se apuesta a generar capacidades para lograr una industria local de equipamiento, diseñar material rodante ferroviario de cargas con materiales no tradicionales como aluminio y/o acero de alta resistencia; tecnología de barreras automáticas para pasos a nivel ferroviales y carrocerías innovadoras.

Por su parte, la Facultad de Ingeniería de la Universidad de Buenos Aires reabrió a través de su Escuela Ferroviaria la especialización en Tecnología Ferroviaria, dirigida a ingenieros graduados o carreras afines con formación básica en física y matemática equivalente a las ingenierías. La nueva cohorte comienza en abril próximo. La especialización no es nueva, se dictó por más de 50 años, y tuvo sus idas y vueltas. Surgió en 1957, cuando las empresas ferroviarias del Estado comenzaron a requerir ingenieros y sólo contaban con profesionales que se habían formado en la práctica. Como con otras “ingenierías”, pasó al olvido durante la década del 90, con las privatizaciones y la doctrina “ramal que para, ramal que cierra”.

En la Universidad Nacional de Lanús se dicta la primera Licenciatura en Tecnologías Ferroviarias. Su plan de estudios reconoce la necesidad de sistematizar saberes que fueron transmitidos artesanalmente y articula una carrera de formación integral. Aborda desde aspectos técnicos y socioeconómicos del ferrocarril, a máquinas térmicas y ferrourbanística. En cada una de sus tres cohortes han ingresado unos 45 estudiantes y van por más. Alejandro Tornay, su director, considera que “si bien hay mucho por hacer, nuestro país, que fue el tercer país en el mundo en tener subterráneos, tiene todo para recuperar una industria ferroviaria propia. Para eso es fundamental el impulso del Estado, porque tiene que ver con la independencia económica”.

http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/futuro/13-3003-2014-04-19.html

sábado, 25 de abril de 2015

Hace veintidós años partió el último tren de pasajeros

25-04-2015.

Por: Luis Beltrán.

Con la estatización de los ferrocarriles, en la Puna sueñan con la recuperación del servicio de carga y de pasajeros.

MUDO TESTIGO/ VISTA ACTUAL DEL ANDEN DEL EXFERROCARRIL BELGRANO.


Cuando hace pocos días atrás el Senado aprobó la estatización de los ferrocarriles, una sensación de alivio sintieron las comunidades por donde anteriormente circulaba el ramal La Quiaca - Jujuy. No fue la misma emoción de cuando el general Perón en 1947 hizo lo mismo, pero nuevamente se reflotaron los sueños de que algún día, el sonido de las máquinas vuelva a escucharse por los desolados caminos puneños. Pasaron 22 años desde que el último tren de pasajeros partió desde la ciudad fronteriza para no regresar. Para los que estuvieron en el andén esa jornada significó una gran pérdida, fueron testigos del adiós a una gran parte de la historia. Cuesta encontrar material fotográfico del año 1993, solamente hay un video que circula por la redes, tallan los recuerdos al observar cuando de a poco desde la exestación la máquina comienza a alejarse. Quienes por esos años solo éramos jóvenes impetuosos, ávidos de conocer las deidades de un falso mundo neoliberal, no supimos valorar tan indispensable fuente de transporte. Hoy con algunas canas, afloran tantos recuerdos, como los largos viajes en tren. Recorriendo cada poblado hasta llegar a la capital provincial, interminables seis horas donde podía observarse y palparse una gran diversidad cultural e integración de puneños, quebradeños y vallistos. Es difícil no preguntarse ¿Por qué tan escasa reacción popular a la medida privatizadora por parte de los gobernantes de entonces y especialmente la población? Aquel día de octubre, cientos de familias puneñas quedaron desmembradas porque perdieron su fuente de trabajo. Innumerables pueblos quedaron aislados a la vera de la ruta nacional 9, muchos de ellos perdieron su identidad acrecentándose la incomunicación y la desigualdad social. Actualmente el abandono y deterioro de terrenos ferroviarios, vías y estaciones -nuestro patrimonio-, son "recuperados" por organizaciones sociales. Sin duda, la desventaja de no contar con una opción de transporte económica, segura y ecológica. Son algunos de los males que dejó el cierre del ramal ferroviario entre La Quiaca-Jujuy. Las consecuencias que sufrimos los habitantes norteños es un transporte automotor deficiente y con tarifas abusivas, como única opción para el traslado de pasajeros hacia la capital u otros destinos. Un elevado costo del flete en el transporte de carga por camión que influye directamente en los productos de primera necesidad.

ANGELA MONASTERIO/ HIJA Y NIETA DE TRABAJADORES FERROVIARIOS.


Cuando la última máquina partió de La Quiaca provocó en la gente desesperanza, porque con el tren murieron caminos y sueños.

Testimonio

En pleno sigo 21, es difícil obtener el testimonio de algún exempleado de la línea General Belgrano, quienes al igual que el tren en su mayoría partieron buscando otros destinos. Los que quedaron simplemente prefieren dejar todo en el pasado, a fin de cuentas el tiempo no vuelve atrás. Sin embargo El Tribuno de Jujuy dialogó con Ángela Monasterio. Cuando por los medios se escuchó el cierre del ramal ella tenía 13 años. "Mi padre se llama Pedro Domingo Monasterio trabajó más de 15 años, tenemos una larga historia relacionada al ferrocarril, mi abuelo fue quien trabajó en el tendido de las vías hasta La Quiaca", relató.

Luego añadió que "en las mañanas le traíamos el desayuno, y el nos daba un paseo en la locomotora, también veíamos cuando llegaba el ganado vacuno a los corrales, o cuando viajábamos había mucha gente en los pueblos vendiendo".




"Cuando nos enteramos del cierre fue de mucha tristeza, mi papá llegó a la casa y lloró porque perdía su lugar de trabajo. Se deprimió y cayó en el alcoholismo, pasamos un difícil momento económico, ojalá el tren vuelva porque generaría muchas fuentes de trabajo", anheló al finalizar.

Después de tantos años, generaciones de quiaqueños miran la vieja estación recordando otros tiempos. La dirección para observar la partida del último tren desde La Quiaca es http://www.youtube.com/watch? feature=player–embedded&v=JxFqIKUgCn4.

http://www.eltribuno.info/hace-veintidos-anos-partio-el-ultimo-tren-pasajeros-n539468#fotogaleria-id-1074095

domingo, 19 de abril de 2015

Esas noches con trenes y adioses

19 de abril de 2015.

Por: Lucas Dalfino.

Las despedidas de familiares o amigos que viajaban en tren eran particularmente sentidas y emocionantes.



El lector no vaya a pensar que lo que leerá es producto de mi fantasía. Para nada. Son escenas de la vida real, de la vieja y, a veces, añorada realidad salteña, esa que ahora parece de otro mundo. Me refiero a esa Salta con trenes. En esa época la estación del ferrocarril, cuyo esqueleto todavía permanece, como un fantasma, en la calle Ameghino, recibía en sus andenes, tanto en la llegada como en la partida de los trenes, a centenas de personas. Las despedidas de familiares o amigos que viajaban eran particularmente sentidas y emocionantes. Abundaban los besos, abrazos, lloriqueos y recomendaciones. Ningún otro medio de transporte se le equiparaba al tren. La mayoría de los salteños lo utilizaba, y el Cinta de Plata, ese tren del recuerdo, era la niña bonita. Y los andenes eran el escenario inigualable para escenas como la que sigue. Cuando un muchacho se iba a estudiar, a Tucumán o a Córdoba, y aun a Buenos Aires, la estación se vestía de gala, y sus andenes eran una fiesta.

El lugar, como diría un tucumano, se "ponía hasta la tusa".

La familia en pleno, incluidos los abuelos, los hermanos, tíos, amigos, vecinos y hasta el perro, iban a despedir al futuro doctor o ingeniero.

Las madres lloraban a moco tendido, como se dice, o se decía, pero la aflicción no les impedía entregarle al hijo viajero una canasta conteniendo un pollo horneado, un frasco con mazamorra (pa'postre), y una estampita de la Virgen del Milagro para desbaratar cualquier terremoto del ánimo.

Y si esa noche, porque la partida del Cinta de Plata era nocturna, también viajaban grupos de cadetes militares, tan en boga en esos días, la cosa de ponía brava porque las noviecitas, inevitablemente, no podían evitar las comparaciones.

Los miliquitos, advertidos de la atención que provocaban, se paseaban como pavos reales luciendo sus patrióticos uniformes, y mirando con desdén a los "pobres civiles" cuyo destino no los llevaría más allá de una carrera de abogacía, medicina o científica, mientras que a ellos los podría estar esperando la Presidencia de la Nación.

Con la segunda campanada, la penúltima de la noche, avisando la partida del Cinta, se multiplicaban los consejos: -No te juntés con chinitas, elegí bien a tus amistades, rezá, pedían las madres.

-Hacé un telegrama en cuantito llegués, exigían los padres.

Y los filitos y noviecitas: -No me olvidés, escribí.

Los amigos cantaban la "López Pereyra", en desvergonzada imitación de "Los Chalchaleros", que acababan de aparecer. Algunas mamás ensayaban desmayos fugaces. El viajero sacaba medio cuerpo por la ventanilla, haciéndose el canchero, mientras sus ojos se prendían con fuerza de la figura de su amada, que ya suelta y rota de emoción trotaba a la par del convoy en marcha. El perro toreaba.

http://www.eltribuno.info/esas-noches-trenes-y-adioses-n536370


domingo, 12 de abril de 2015

El tren: el eje transformador de la ciudad de San José

12 de abril de 2015.

Por: Adrián Quiroga.

La llegada del ferrocarril se produjo en el año 1886 y generó numerosos cambios que influyeron en la conformación de la ciudad cabecera del departamento.



Sin duda, la llegada del tren a numerosos pueblos y ciudades del país significó un punto de inflexión y de progreso para la sociedad en su conjunto. En este contexto, San José de Metán no fue ajena a esta realidad.

El arribo del ferrocarril a esta ciudad del sur salteño se produjo en 1886, según señala el historiador Eduardo Poma al El Tribuno.

Y el lugar adonde iría ubicada la estación, a 6 km de la ciudad, sería motivo de quejas de los vecinos metanenses.

"¿Por qué no se instaló la estación cerca del poblado de Metán?... Allí comenzará a surgir la nueva Villa de la Estación... Por ello, al primitivo poblado se lo empieza a llamar Metán la Vieja y luego Metán Viejo, como se lo conoce hoy", destaca Eduardo Poma.

Pero agrega que la estación tampoco quedará cerca de la villa San José, como habían solicitado sus vecinos, sino a 2 km, decisión que produjo frustración en los dos poblados.

"En realidad, los responsables de que la estación se instalara donde está, y en donde surgiría el Nuevo Metán, fueron los ingenieros y técnicos del ferrocarril, los que por razones prácticas y económicas elegían los lugares para las estaciones", dice Poma.

El historiador señala que el lugar elegido fueron terrenos de la estancia Metán, que contaban con la ventaja de tomar el agua del arroyo los Laureles, y también del río Metán para llenar los tanques de las locomotoras, sin necesidad de bombas gracias a la altura donde estaban situadas dichas tomas.

El terreno fue vendido por Enrique Lona a Napoleón Poma Fossati, quien levantó la primera casa al frente de la flamante estación.

Luego otros comerciantes construirán las suyas, como Celestino Zurro, Manuel Campos, Carlos Poma Fantoni, entre otros, todos con comercios mayoristas que abastecerán con mercaderías al Chaco salteño.

La estación Metán fue inaugurada el 13 de junio de 1886. De esta forma, resalta Poma, ninguno de los dos poblados de ese entonces quedaría cerca de la estación de trenes.

El primer poblado, Metán Viejo, fue fundado por Alonso de Mercado y Villacorta, gobernador del Tucumán, en 1666. "Allí se refugiaron los sobrevivientes del terremoto que destruyó Esteco en 1692 (...) Luego el nombre de Metán trascenderá a todo el país a raíz de la ejecución de Marco de Avellaneda, jefe de la Coalición del Norte contra Rosas, en 1841", destacó el historiador.

La villa San José, en tanto, se irá poblando desde 1859. "En ese año la Iglesia divide el curato de la Frontera del Rosario y crea el de San José de Metán. Poco después el Gobierno de la Provincia crea el departamento y el municipio con el mismo nombre. En 1872, es bendecido el templo San José".

No obstante, señala Poma, ambos poblados sufrirán largos años de decadencia, ya que el centro de todas las actividades de la región será por mucho tiempo la estación y sus alrededores o el "Nuevo Metán".

Incluso el templo de San José iba a ser abandonado, para trasladar la parroquia al nuevo templo que estaba en construcción frente a la plaza General San Martín.

"Sin embargo, el terremoto de 1948 suscitó el culto al Señor del Milagro y todo quedó tal como lo podemos apreciar en la actualidad", finalizó Poma.

La red ferroviaria argentina


Cuenta con 47.059 km de vías. Llegó a ser una de las más grandes del mundo y sigue siendo la más extensa de Latinoamérica y la octava más extensa del planeta.

Llegó a tener cerca de 100.000 km de rieles.

No obstante, el énfasis puesto en el transporte automotor y las privatizaciones de los años noventa fueron reduciéndola drástica y progresivamente.

Posee conexiones férreas con los países de Paraguay, Bolivia, Chile, Brasil y Uruguay.

http://www.eltribuno.info/el-tren-el-eje-transformador-la-ciudad-san-jose-n532836

jueves, 9 de abril de 2015

Breve historia de los ferrocarriles argentinos: entre la nacionalización y la privatización

abril 09 2015.

Por Daniela Villotti @dani_villotti

Desde que Cristina Fernández anunció, durante el discurso de apertura de las sesiones ordinarias del Congreso, que iba a presentar un proyecto para la estatización de los ferrocarriles, el tema volvió a generar debate. No es para menos ya que la cuestión de los ferrocarriles despierta pasiones entre sus estudiosos y no es ajena en nuestra historia la disputa en torno a la administración de uno de los medios de transporte que dejó una profunda huella en la historia y la formación de nuestro país.



Para entender hacia dónde vamos, es necesario comprender desde dónde venimos. Los ferrocarriles pre-existieron a la República Argentina. El 29 de agosto de 1857 la provincia de Buenos Aires, separada del resto de la Confederación Argentina, inauguró la primera línea: el famoso Ferrocarril Oeste. La principal característica de este emprendimiento fue que estaba compuesto íntegramente con capitales “nacionales” (o mejor dicho, bonaerenses) y fue el único construido bajo esta lógica, aunque años más tarde fue privatizado.

La presencia de capitales nacionales fue un elemento que tendió a desaparecer durante las Presidencias Históricas de Bartolomé Mitre (1862 – 1868), Domingo Faustino Sarmiento (1868 – 1874) y Nicolás Avellaneda (1874 – 1880), quienes permitieron la llegada de grandes inversiones de capitales extranjeros, principalmente ingleses y franceses, para el desarrollo de las líneas ferroviarias. Si bien existe cierto acuerdo en admitir que los contratos de inversión tenían como contrapartida la cesión de tierras lindantes a las vías, esto no ocurrió en todos los casos.

Durante las primeras décadas del siglo XX se vivió una acelerada expansión: entre 1895 y 1914 la red se amplió en más de 30 mil kilómetros de vías, tanto hacia el norte como hacia el oeste. Aunque el presidente Juárez Celman había privatizado ya los trenes a mediados de 1890, esto no apagó la fiebre ferrocarrilera que se había desatado y que llegó hasta 1930, aproximadamente.

La decadencia del ferrocarril argentino comienza a darse con el paralelo surgimiento de la industria automotriz. La construcción de caminos, la aparición del automóvil y del camión pusieron en jaque a los trenes, ya que competían tanto por el transporte de cargas de distancia corta y los despachos chicos de encomiendas. En este periodo, a nivel nacional, empieza a desarrollarse la industria liviana, la cual va a culminar beneficiando al transporte automotor.

El proceso de extensión de las líneas férreas trajo como consecuencia el surgimiento de pueblos entorno a la traza de las distintas líneas. Es interesante considerar en este momento la gran capacidad de atracción de mano de obra que tenía el ferrocarril y, a su vez, la destrucción de otros empleos y pueblos que se vieron desplazados con la llegada del tren.

Un punto de inflexión en esta historia se dio durante el gobierno del general Juan Domingo Perón, quien llevó adelante la nacionalización de todas las líneas ferroviarias del país. El 1 de marzo de 1948 se decretó esta medida junto a la creación de la Empresa de Ferrocarriles del Estado Argentina, la cual estaría a cargo de la organización y el control en el transporte tanto de carga como de pasajeros a lo largo y ancho del país. En consonancia con este suceso se procedió a cambiar todos los nombres de las líneas por los de las figuras más destacada de la política nacional: General Mitre, General Roca, Urquiza, Sarmiento, General Belgrano y General San Martín.

Si bien hay cierta historiografía que tiende a interpretar la nacionalización como un nuevo repunte en la industria ferroviaria, lo cierto es que en la competencia con el transporte automotor el ferrocarril llevaba las de perder. En este contexto se agrega que la empresa Ferrocarriles Argentinos estaba mal manejada y organizada, lo cual se sumaba a las dificultades que generaban las pocas políticas estatales de inversión.

El desarme sistemático de uno de los recursos más importantes del país comenzó durante el gobierno de Arturo Frondizi, continuó durante la dictadura cívico-militar de 1976 y se cristalizó durante el gobierno de Carlos Menem, que en 1991 efectivizó la privatización de los trenes argentinos. Esta política propia del neoliberalismo fue impulsada a la vez por el resultado de años de desidia por parte del Estado.

La primera parte de esta privatización fue la separación entre los servicios de carga y de transporte de pasajeros, quedando estos últimos muy reducidos y concentrados en torno a la región metropolitana de Buenos Aires. En segundo lugar, se dividió el servicio de transporte de pasajeros entre los de larga distancia y los de corta distancia o urbanos. Aquellos fueron cancelados casi en su totalidad, mientras que estos fueron entregados en concesión. La licitación de los servicios urbanos se realizó grupalmente: la red de subtes y la línea Urquiza pasaron a ser gestionadas por Metrovías; el Belgrano Norte por Ferrovías; las líneas Mitre y Sarmiento por TBA y las líneas San Martín, Roca y Belgrano Sur por Metropolitano.

Independientemente de esta escisión, el proceso fue el mismo: las empresas que se hicieron cargo de los trenes poco hicieron por su recuperación y mantenimiento. El costo más importante de estas medidas fue tanto económico como social, dado que aproximadamente 80 mil empleados perdieron sus puestos de trabajo, varias estaciones fueron cerradas e incluso se desmantelaron muchas vías. Este escenario se replicó no solo en el ámbito ferroviario, sino en varias de las actividades económicas del país, golpeando a vastos sectores de la sociedad.

Para mediados de la década del 2000 comenzaron a vencerse las concesiones realizadas durante el primer gobierno menemista, como es el caso de las líneas Roca, San Martín, Mitre y Sarmiento. En el año 2008 se sancionó la ley 26.352 que permitió la reorganización ferroviaria mediante la creación de dos sociedades estatales: la Administración de Infraestructuras Ferroviarias y la Sociedad Operadora Ferroviaria.

Esta brevísima historia de los ferrocarriles nos trae al día de hoy, a la sesión de la Cámara de Diputados en torno a la ley propuesta por el oficialismo para efectivizar la estatización de los trenes. Si bien se ha avanzado bastante en mejoras del sistema ferroviario, es necesario recordar que muchos de estos adelantos se dieron posteriormente a los gravísimos “accidentes” que ocurrieron hace unos años.

Es mediante una planificación estratégica e inversiones duraderas que los ferrocarriles tienen la oportunidad de ocupar un lugar importante en la comunicación a nivel nacional, aunque para que esto suceda debe comprenderse el lugar ocupa el ferrocarril en la actualidad y como se va a interactuar con sus competidores directos de la industria automotriz y aérea.

De todo esto una cosa es segura: si es aprobada la Ley de Estatización probablemente estemos en el inicio de una etapa interesante en materia de gestión ferroviaria.

http://notas.org.ar/2015/04/09/historia-ferrocarriles-argentinos-nacionalizacion-privatizacion/

lunes, 6 de abril de 2015

El AVE no es rentable

06/2015.

Según un estudio de FEDEA

la Fundación de Estudios de Economía Aplicada (Fedea) ha publicado un informe en el que considera que en la actualidad ninguna línea AVE en España es es rentable.



Este estudio analiza todos los corredores de alta velocidad en España tomando en consideración su impacto en la sociedad como el benefico indirecto de la explotación comparado con el ahorro de tiempo, descongestión de carreteras, costes de vuelos, etc y determina que estos beneficios no compensan la multimillonaria inversión realizada en su infraestructura.

El principal problema es la baja demanda y uso del sistema AVE, avisando además que no tiene previsiones de aumentar lo suficiente paa hacer rentable no solo economicamente sino socialmente semejante infraestructura.

FEDEA, formada por el Banco de España y doce grandes empresas en su patronato, indica en su informe que los costes asumidos y el poco uso de los servicios hacen que sea una obra deficitaria.

El estudio compara la red AVE con la de otros países arrojando cifras como estas:

La red española tiene 2.515 kilómetros en servicio y 1.200 mas en construcción. Esto la situa como la segunda red AVE mas grande del mundo, detrás de China. Pero si se analiza en términos relativos es la mayor del mundo con diferencia con 54 kilómetros de líneas por cada millón de habitantes, casi el doble que Francia. Pero con su handicap es el bajo número de pasajeros que usan el servicio, pese al incremento del pasado año con un 16% mas hasta llegar a los 29,7 millones de viajeros, se situa muy por debajo de las tasas necesarias para ser viable, ya que arrojan cifras de 11.800 pasajeros/kilómetro, cuando en Francia esta tasa es de 61.400 y en Japón de  158.121 pasajeros/kilómetro.

Esta gran red de alta velocidad ha tenido un alto coste para el Estado qu eha detraido inversiones en otros sectores y medios para dedicarlos al ferrocarril, todo ello pese a contar con uno de los gastos de construcción mas bajos del mundo. Del importe invertido, superior a los 40.000 millones de euros solo en líneas deberán sumarse mas de 12.000 millones de las que se encuentran en construcción. Con la previsión de poner en servicio durante 2015 mas de 1.000 nuevos kilómetros que llegarán a ocho capitales de provincia.

El estudio quiere saber si esa inversión acabará siendo recuperada en 50 años desde el inicio de la construcción de las vías. Para ello se estiman los ingresos en el periodo así como los costes variables (explotación, mantenimiento, compra de trenes, etc). En el cálculo se aplica una tasa de descuento —la rentabilidad mínima exigida a un proyecto de inversión—, que permite comparar la inversión inicial con el flujo de ingresos y costes acumulados en ese perído de amortización. Centrado en los cuatro grandes corredores Madrid-Barcelona, Madrid-Andalucía, Madrid-Levante y Madrid-Norte, donde se acumula mas del 70% del tráfico y el 60% de la inversión realizada concluye que en los tres primeros los ingresos superan el de los costes variables, lo que anima a seguir operando en ellos, mientras que el corredor Madrid-Norte la explotación es deficitaria y los ingresos no cubren si quiera los costes de operación.

El grado de rentabilidad solo permitirá recuperar un 50% de la inversión en el corredor Madrid-Barcelona, mientras que el corredor Madrid-Andalucía solo recuperará el 11,4% y el Madrid-Levante el 9,6%. Si este beneficio se amplía con el con el concepto de rentabilidad social el % de beneficio sube hasta el 80%.

La conclusión final del estudio es contundente, La construcción de las líneas AVE en España no aporta beneficio al estado ni a la sociedad en su conjunto, si se tiene en cuenta el coste de su enorme inversión, destacando que las decisiones políticas ponen de manifiesto la falta de justificación económica fundamental para acometar las inversiones en alta velocidad en España.

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