viernes, 22 de junio de 2012

Estación La Madrid: sin pasajeros, la condenaron a la soledad


CAMINANDO ENTRE LAS VÍAS


Alberto Horacio Elsinger
LA GACETA
Autor


100 km al sureste de la capital se ubica una de las paradas ferroviarias más antiguas del interior, ya que fue terminal de la línea del sur y escala del ex Belgrano.

"Perfume de flores frescas/ en el patio de esa bella estación./ La Madrid al caer la tarde/ a esperar que llegue el tren a Concepción".

NATURALEZA MUERTA. La centenaria estación inglesa y la imponente pasarela peatonal son desolados legados de un grandioso pretérito ferroviario, que hizo nacer y crecer a un pueblo que fue eje y cabecera del ramal CC-12. LA GACETA / FOTOS DE OSVALDO RIPOLL   


El músico y compositor cordobés Alejandro Drube evocó con poesía y color, en su zamba "El viejo tren marrón", la importancia y el rol que la estación ferroviaria General Araóz de La Madrid ocupó en el quehacer cotidiano de los tucumanos y de viajeros de los tiempos dorados del transporte más popular del mundo (menos en la Argentina). "Cantando los changos me recibían/ con miel de caña, quesillos, tamales/ y toda luz del sol en sus ojos/ vistiendo la fiesta del viejo tren marrón", consigna la segunda estrofa.

La realidad hoy es diferente. Sólo cuatro empleados la operan y transitan, a razón de uno por turno. El movimiento ferroviario es escaso. A pesar del deterioro, la construcción estilo inglés -en la que predominan la chapa y la madera- se mantiene en pie. Vetusta, pero útil. Las vías -principal y secundaria- exhiben vestigios de uso reciente. Las otras a veces se camuflan con el verde cuando los yuyos de la playa de maniobras crecen. Recuperan la traza cada vez que los cortan.

Poco para ver
El desolado paisaje se completa con dos pilas de durmientes de quebracho, otros rieles que se van mimetizando con la nada y uno que otro vagón de carga en desuso. En ese espacio donde contrastan el ayer y el presente todo es incomprensible. Y la monotonía se altera con algún esporádico ciclista, un vecino curioso, el perro del frente, una intrusa gallina o un elegante gallo de riña.

La imponente y reacondicionada pasarela peatonal albirroja, que atraviesa a lo ancho la otrora concurrida parada ferrocarrilera, todavía es requerida por la comunidad, que cruza desde la Perón a la Belgrano o a la inversa.

La estación La Madrid aún late, como un corazón cancino, al oeste del kilómetro 97 de la ruta nacional N° 157. Casi en el centro del pueblo y al término de la cuarta cuadra del boulevard Roca. La arteria de acceso a esa jurisdicción comunal también es paralela y lateral a la plaza Congreso de Tucumán.

Sin los talleres ni la plataforma giratoria para locomotoras, los fantasmas y la nostalgia acechan a los habitantes. Además, la ausencia de trenes de pasajeros condenó a la estación a la soledad. La ocasional llegada de formaciones de cargas le devolvieron una ínfima y tenue porción de vigencia a esa población parida por el ferrocarril.

Demasiada nostalgia
"Tucumán al llegar, la magia de tu gente,/ estación por estación/ despierten sus trenes dormidos/ gigantes que esperan en un viejo galpón", consigna el estribillo de la zamba de Drube. Don Manuel Estergidio Pérez reside desde hace más de 52 años en la esquina de Presidente Perón (ex General La Madrid) e Independencia, frente a la estación, recuerda sus tiempos de pasajero y de vecino del intenso movimiento.

"Al frente estaban los talleres de las máquinas. Era impresionante la cantidad de gente que transitaba por acá, ya fuera para abordar los trenes o el coche motor. Había una formación a la que le decían el tren de palo. Durante un tiempo se lo tomaba en el Central Córdoba y después en El Provincial, la estación que en la capital estaba en Buenos Aires y Roca", detalló don Pérez, de 81 años y jubilado de la Policía.

"Aquí paraba el Cinta de Plata, el tren VIP del ex Belgrano. Reunía una multitud de viajeros y acompañantes en el andén que ahora está casi en desuso. También estaba el tren marrón -"El Directo" le decíamos, porque no paraba en todos partes-. Viajaban muchas familias, conscriptos y estudiantes que iban o retornaban a Jujuy, Salta, Córdoba, Rosario de Santa Fe y Retiro. También en este andén se bajó Perón, cuando era coronel y secretario de trabajo en la década de 1940", contó Celín Fernández Chanta, de 79 años, un barbado y enciclopédico vecino conocedor del pasado de su comunidad. "Que saben de Taco Ralo, / y de ese cielo abierto de Simoca/ Y de esos pueblitos perdidos sin caminos/ por esas vías pasaba la ilusión", remata la composición del cordobés Drube.

http://www.lagaceta.com.ar/nota/497132/cultura/estacion-madrid-condenada-soledad.html



Entre cambios y señales

- CURIOSIDAD.- Según Nimio "Cacho" Tejeda, autor de la investigación histórica del pueblo y de la zamba a La Madrid, la localidad carece de acta fundacional, fecha exacta de creación y de un fundador. Pero los hechos y documentos consignan que es de origen y estirpe ferroviaria. La Madrid nació a partir del tendido del camino de hierro y de la gestación de la estación, a mediados de la década del 80 del siglo XIX. Entonces las estaciones se identificaban con vocablos de orígen quichua (Simoca, Taco Ralo), de héroes de la independencia (La Madrid, Monteagudo) y de lugareños (García Fernández).

BELGRANO. La calle del frente de la estación, una de las principales.


- PATRIMONIO y TERMINAL.- La Ley provincial N° 7535 incorporó la estación de La Madrid al inventario de bienes del patrimonio cultural tucumano. La centenaria construcción fue terminal del ramal CC-12 -se habilitó el 14/9/1889-. Conectaba a La Madrid con Graneros y Alberdi. Y desde esa ciudad seguía hasta San Miguel de Tucumán. También fue estación del troncal CC, que unía Tucumán hacia el sur con Córdoba, Rosario de Santa Fe y Retiro, y hacia al norte con Salta y Jujuy.

- LA PASARELA.- Su estructura principal atraviesa a 5,25 metros de altura todo el ancho de la playa de trenes, por encima de las siete vías. Es de hierro y madera, con coberturas de tela metálica en los laterales. La sostienen 21 arcos de caños metálicos. Posee doble escalera en cada extremo; un descanso intermedio de 1,20 m por 1,55 m, y entre 12 escalones hacia abajo y 14 escalones hacia arriba, respectivamente.

- EL PUENTE NEGRO.- Es una obra de arte de la ingeniería inglesa que se construyó en 1874 a lo ancho del río Marapa. Enteramente de hierro, se asienta sobre seis pilotes de material de 2 m de diámetro y consta de cinco tramos que lo convierten en una inmensa "mole negra" (de allí su nombre). Posee una senda peatonal con barandas sobre el costado oeste. Fue la única estructura que no cedió ante el embate de las aguas en las inundaciones de 1992 y 2000 y las ráfagas del tornado de diciembre del 92.

http://www.lagaceta.com.ar/nota/497131/tucumanos/entre-cambios-senales.html




"En verano, ofrecer hielo y agua fresca era reventarse los bolsillos"

"Cuando los trenes paraban aquí, La Madrid era un pueblo floreciente. El que no trabajaba en el ferrocarril -eran muy pocos- y los familiares de los ferroviarios se rebuscaban en la estación. Aquí se vendía de todo", explicó Raúl Varela (de 63 años, ex empleado de vías y obras). En su mirada melancólica se refleja el imaginario humo de locomotora, ese que espesa la atmósfera y empaña el cielo.

SÓLO PARA CARGAS. El traqueteo es esporádico en los rieles lamadrileños


"En el verano, ofrecer hielo o agua fresca cuando pasaba el nocturno, a la madrugada, o el de palo, a la siesta, era para reventarse los bolsillos. La gente se desesperaba por algo fresco. Más aún aquellos que venían del sur, después de atravesar Las Salinas", agregó Miguel Angel Agüero (58 años, ferroviario privatizado en actividad, de la empresa que hoy explota el Belgrano Cargas).

Varela es en la actualidad el gacetero de esta comuna del departamento Graneros, que reúne más de 8.000 habitantes. ¿Qué recuerda? "Catitas, loros, queso y quesillo de vaca y de cabra; pantallas para echarse aire, dulces caseros de la región, alfajores, sillas de tientos, mesas de madera, leña y cualquier objeto comestible -o no- por el que un pasajero se mostrara interesado se ofrecía para vender en la estación".

Por su parte, Agüero explicó que en la estación aún se alojan los motoristas y ayudantes de las diesel que encabezan las formaciones de cargas. "Como ellos deben descansar 12 horas para seguir conduciendo, los que vienen de Frías se quedan aquí, en la penúltima habitación de la estación, y los que llegan del norte también. Es decir que en La Madrid se continúa haciendo el relevo del personal de conducción".

Todo es diferente
Claro está que nada fue igual después de la defunción estatal ferroviaria. "La gente comenzó a irse a otras partes en busca de trabajo. Aquí después no se radicó ninguna industria. Muchos se fueron y no volvieron más. Otros comienzan a regresar después de jubilarse en las ciudades o provincias en las que trabajaban. Otros tantos vienen de visita para las vacaciones. Pero lo concreto es que todo cambió desde que el tren dejó de andar. La aparición del ferrocarril nos dio bienestar y la privatización nos dejó en la calle", enfatizó Raúl Varela, quien a pesar del dolor que padece por la muerte de su hermano aceptó contar su valiosa experiencia ferroviaria.

Agüero es uno de los cuatro operadores de la estación de carga que aún es escala y parada de cargueros. Esos que en Monteagudo y Taco Ralo solo ven pasar.

http://www.lagaceta.com.ar/nota/497130/cultura/verano-ofrecer-hielo-agua-fresca-era--reventarse--bolsillos.html



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