domingo, 11 de agosto de 2024

El pasaje que sorteó la marcha de cien trenes diarios y conectó Refinería con la ciudad

 11 de agosto 2024.

El pasaje Celedonio Escalada unió dos barrios y logró que sus vecinos pudieran atravesar la ciudad sin exponerse al multitudinario paso de trenes.

 El pasaje que posibilitó esquivar los trenes que llegaban y se iban de Rosario.


El famoso túnel Celedonio Escalada,en rigor, un pasaje que une el barrio de Pichincha con el ex Refinería (hoy Las Malvinas) vino a resolver un enorme problema que se generaba a fines del siglo XIX y principios del XX: la enorme cantidad de trenes que pasaban diariamente por las vías y que dejaban a Rosario prácticamente partida.

El pasaje a bajo nivel se inauguró el 16 de septiembre de 1902 y mejoró la comunicación dentro de la ciudad. Sin embargo, antes de su construcción, el tráfico ferroviario era particularmente intenso en Rosario y cruzar las vías era una verdadera hazaña: los trenes llegaban a ser cien por día. Tanto era así que el barrio que rodeaba la fábrica Refinería de Azúcar se encontraba parcialmente desconectado del núcleo urbano.

 Trenes de una Rosario en crecimiento

A finales del siglo XIX Rosario era una ciudad que no paraba de crecer. Su puerto y sus ferrocarriles le daban un dinamismo inusitado y la convertían en uno de los núcleos urbanos más importantes del país. Además, el levantamiento de fábricas, la llegada de miles de inmigrantes y el aumento de la cantidad de trabajadores, ya sean argentinos o de otras nacionalidades, hacían de la ciudad portuaria un escenario en constante movimiento, tumultuoso y agitado.

En este contexto, los barrios de la ciudad iban construyendo cada uno su identidad. Refinería era el escenario donde se erigía una de las fábricas más importantes de la región: La Refinería Argentina de Azúcar. Y, en torno a ella, un movimiento obrero en ciernes. Sin embargo, este gran espacio estaba desconectado del resto de Rosario y era una hazaña llegar o irse del barrio. Cuando el pasaje Celedonio Escalada no existía, el paso a nivel era imposible de sortear. Tanto es así, que en 1900 el diario La Capital estimaba que por día entraban y salían de la metrópoli alrededor de cien trenes.

 Paso de las cadenas

De todos modos, el movimiento ferroviario había arrancado tiempo atrás y los conflictos con el paso a nivel se registraron durante varias décadas. Algunos años antes, en 1873, un vecino reclamó ante las autoridades que, por falta de barreras pertinentes, una locomotora había atropellado su carreta y el saldo de tal accidente le había resultado particularmente oneroso: el tren le había matado a su buey y recomponer aquella pérdida era costoso.


Tras esta situación, se decidió mejorar el paso nivel y se ubicaron unas cadenas de un lado y otro de las vías. Para pasar había que desengancharlas del poste o, si se iba a pie, saltarlas. Por esta particular forma de cuidar a la población de los intempestivos trenes este espacio fue llamado el Paso de las Cadenas.

Sin embargo, los accidentes siguieron ocurriendo. El ferrocarril ganaba cada vez más presencia en Rosario y la población no paraba de crecer. Esta situación hacía necesaria una solución urgente.

Fue así que, después de las reiteradas peticiones de los vecinos, el presidente de la Nación Julio Argentino Roca decretó que las empresas ferroviarias de Buenos Aires y Rosario y el Ferrocarril Central Argentino debían abocarse a la construcción de un pasaje bajo nivel que terminara, de una vez por todas, con los conflictos.

Bajo la intendencia de Luis Lamas, reconocido por la construcción del Parque Independencia bajo su gestión, se realizaron las obras que dieron origen al Celedonio Escalada. Fueron los presos de la cárcel de Zeballos y Richieri los encargados de construir este pasaje. Esto era una forma de recurrir a mano de obra barata que Lamas también había implementado en la creación del Laguito del parque.

El Celedonio Escalada

El 16 de septiembre de inauguró entonces el Pasaje -y no túnel porque no es cerrado- Celedonio Escalada. A partir de allí se unieron dos barrios que durante la primera mitad del siglo XX darían de que hablar. Refinería, como el núcleo del movimiento anarquista en la ciudad, y Pichincha, que estaba por convertirse en el centro de la vida prostibularia rosarina amparado por la legislación local y nacional .

Al inaugurarse estaba pavimentada con adoquines de granito y contaba con dos veredas de cada lado que, casi 70 años después, fueron eliminadas para ampliar el ancho de la calle. La Revista de Historia de Rosario escribía en su número de 1981: "Habilitado al tránsito público el 14 de septiembre de 1902, el pasaje mide 433 metros de largo por 14 de ancho. En lo alto, cruzan doce vías férreas del Ferrocarril Bartolomé Mitre, mediante amplios puentes de hierro".

El nombre del pasaje se puso en honor a Celedonio Escalada, un militar nacido en 1762 y muerto en 1819. Escalada, a pesar de su origen, participó de las luchas por la Independencia del lado de las Provincias Unidas del Río de la Plata. Fue nombrado por Manuel Belgrano como comandante de la Villa del Rosario y acompañó la campaña de José de San Martín que desembocó en el emblemático combate de San Lorenzo.



Refinería, un barrio histórico

El barrio Refinería, actual Islas Malvinas, recibió su nombre por la Refinería Argentina de Azúcar. La fábrica abrió sus puertas en 1887 y en su interior reunía a cientos de trabajadores. Ubicada en actual Avenida Carballo entre Gorriti y Thedy, en el ahora Puerto Norte, esta planta era considerada una de las edificaciones más importante del país. El barrio, por supuesto, se armó en relación a ella y los caseríos y conventillos alojaban a los trabajadores del azúcar.

Fue, sin dudas, uno de los escenarios más importantes de la lucha obrera local. De hecho, el primer obrero asesinado en manos de la policía fue un trabajador de la Refinería, Cosme Budislavich. A él se lo reconoce como el primer mártir del movimiento obrero argentino.

En 1914, la fábrica contaba con una cantidad impresionante de extranjeros. De los casi 570 trabajadores sólo 68 eran argentinos. El resto venían de distintos países: la mayoría eran españoles (268) y los segundos en la lista eran, por supuesto, italianos (99). Los austríacos y los rusos también tenían una presencia considerable. Después, las nacionalidades eran varias: desde uruguayos hasta rumanos, de griegos a japoneses. Era una verdadera Babel.

Finalmente, en 1930 la fábrica cerró sus puertas. Los devenires de este espacio emblemático fueron diversos y sus historias, miles. Actualmente su nombre figura como Islas Malvinas, pero sus vecinos aseguran que aquel es, sin duda, barrio Refinería.

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